De la mesa al
baño
No se me es fácil
para mí, poder hablar de este tema; ya que por mucho tiempo negué haberlo
padecido, ¿Por qué? Ni yo misma se la razón por la cual no me afrontaba a esta
situación que estaba pasando. Pero, en ese entonces, fue la única salida que yo
pude encontrar, todavía recuerda como surgió todo. Tendría yo unos 14 años,
cuando me dieron unas ganas de comer una torta de chocolate, al terminar de
comer esta torta, me entro un raro sentimiento de culpa; el cual me provoco una
cierta repulsión y unas ganas de querer sacarlo de mi organismo. Recordé
entonces, cuando mis primas hablaron de
este “método” al cual recurrían para comer sin sentirse del todo culpables, que
era vomitar.
Entonces lo hice,
vomité y al principio me sentí muy mal, pero al cabo de unos segundos sentí un
tipo de alivio en mi organismo. Esa fue la primera vez que paso, yo pensaba que
nunca más lo volvería hacer, pero no fue así. Sentía que si no lo hacía me
sentiría mal y ya estaba notando ciertos cambios en mi cuerpo, entonces lo
hice, por alrededor de dos años, estuve haciendo ese tipo de cosas, hasta el
punto que sentía que ya no causaba ningún efecto en mí. O más bien, hasta el
punto que me detectaron una enfermedad en las tiroides, que prácticamente, fue
la consecuencia de lo que para mí resultaba necesario.
Mis padres al
enterarse lo que yo andaba haciendo se sintieron realmente mal ya que no podían
creer lo que estaba sucediendo, llegaron a pensar que mis primas era una mala
influencia para mí; aunque yo sabía que ellas no me habían dicho que lo haga,
yo misma era la que se paraba y se metía al baño a tratar de sacar todo lo que
ingería. Inmediatamente les confesé todo
a mis padres, ellos me ayudaron mucho en mi rehabilitación, y gracias Dios y
con la ayuda de mis padres, pude recuperarme y ahora poder dar a conocer mi
situación y que la verdad no es fácil tener que pasar por este tipo de
circunstancias.
Lo que yo quiero dar
a conocer, es que, aunque muchas personas, solemos ponernos una tipo de antifaz
para tapar que por dentro estamos totalmente quebradas y no somos fuertes, que
en esta etapa es muy duro no dejarte influenciar por los amigos, o hasta por la
misma familia, como me sucedió a mí.
Hoy quiero dar
gracias a Dios, a mis padres y a mis amigos, que nunca me dejaron sola y
siempre estuvieron conmigo en los malos momentos. Yo vencí a la bulimia, claro
que esta lucha está terminada, pero la guerra no; porque este tipo de
trastornos siempre van a estar presentes, hasta cuando menos uno se lo espera,
siempre surgen esas ganas de querer regresar por el camino fácil, pero
motivaciones como la unión de tu familia, apoyo de tus amigos o algún mensaje
de Dios, demuestran que regresar no tiene sentido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario