Es muy común afirmar que el
Perú no es un país racista, que aquí vivimos armoniosamente indígenas, blancos
y mestizos, negros y chinos y otros grupos minoritarios, y que las
oportunidades sociales están abiertas a todos. Sin embargo, la realidad es muy
distinta. Lo cierto es que si existe en nuestro país el prejuicio racial,
consistente en un juicio previo antes de conocer a la persona. El sentirse
superior por ser blanco.
Lo más novedoso de este tema
es que aun en pleno siglo XXI, se dan estos casos pero ¿Somos racistas los
peruanos? Lo somos, y, lo más grave es que pretendemos no serlo.
Nadie quiere admitir que hay
racismo y que el racismo lo provoca uno mismo. Por lo tanto, creo que resulta
necesario hacer de este tema una reflexión pública.
El paso de una sociedad
basada en categorías raciales a otra basada en la igual dignidad de todos, es
uno de los mayores retos de la historia.
La lucha contra el racismo es una tarea
indispensable para tener una sociedad igualitaria sin discriminación y burla de
nosotros mismos.
¿Y nosotros somos racistas y
decimos que no lo somos? Esa pregunta
queda para nosotros mismos.
Lo
cierto es que las razas no existen. En otras
palabras, si bien poseemos rasgos físicos diversos, el imaginarlos como razas y
atribuirles distintos valores morales, es un asunto que las sociedades definen
y no vienen dados genéticamente.
Sobre este tema,
preguntémonos:
¿Acaso no asociamos a la
persona afroperuana como delincuente y a los
blancos como exitosos?.
¿Hemos visto los comerciales
de Ripley y Saga donde la mayoría de mujeres niños u hombres son blancos?.
Estos contenidos se acentúan
más a través de los medios de
comunicación, los cuales influyen en la
sociedad. Los estereotipos, La idea de
los acontecimientos y de la realidad, se estructuran a partir de la continua
transmisión de opiniones e información que transmiten en la radio, la prensa
escrita, el Internet, y especialmente la televisión.
En ellos se presenta una
visión de los campesinos andinos como seres torpes y sucios. Se burlan de su
forma de hablar y se les compara con animales. También se clasifica
constantemente a los afroperuanos como monos y a los indígenas como alpacas. En
el fondo el mensaje que está detrás es
que estos grupos poblacionales son dañinos e innecesarios.
Entramos al terreno de la
broma nos dejamos llevar y no nos damos cuenta que sin querer estamos
contribuyendo a la construcción de estereotipos y prejuicios raciales.
Discriminamos a las personas que tienen determinado color de piel o forma de
hablar.
En este caso la construcción
de estereotipos raciales en los programas cómicos ridiculizan a las personas a
partir de los rasgos físicos que las caracteriza tales como la ‘‘Paisana
Jacinta’’, ‘‘Tulicienta’’, ‘‘Negro Mama’’ y diversas secuencias de los
programas ‘‘Risas de América’’, ‘‘El especial del humor’’ etc.
Por ejemplo, en el programa de
la “Paisana Jacinta” se muestra una visión de la mujer andina y campesina como
un ser ignorante. Se insulta reiteradamente su forma de hablar, a veces se muestra
como gracioso que los demás personajes confundan a la protagonista con una
llama o un perro. Pero el solo hecho de no hablar de una persona sino de todas
las personas de la sierra demuestra que las personas de dicha zona solo eran
capaces de decir ‘Ñañañaña’. Estos contenidos, no reflejaban el hecho cierto que
el migrante pueda salir adelante y progresar como viene ocurriendo en la
realidad.
Asimismo, si analizamos el
personaje del “Negro Mama”, observamos que se refiere a una persona de poca
inteligencia bajo expresiones ofensivas como que ‘únicamente piensan hasta el
medio día’, ‘tenías que ser negro’. Es decir las referencias hacia esa persona
siempre son en base al insulto y al golpe.
Las secuencias y bromas más
recurrentes también versan sobre el color de la piel de las personas. La
comparación de un hombre de piel blanca y uno de piel negra.
En realidad, el humor de
contenido racial no solo revela estereotipos y prejuicios sino los profundos
complejos de nuestra sociedad. Lo blanco es asociado a lo bello y superior, con
mayor prestigio para la percepción común. Por el contrario, lo oscuro a lo feo.
Esto provoca consecuencias graves en el imaginario colectivo en la mayoría de peruanos ya que está reforzando el
inconsciente de mucha gente que, aunque no lo reconozca, cree que los serranos
son naturalmente ociosos, o que los negros son naturalmente brutos y que los
blanco tienen más inteligencia o más condiciones para mandar, aunque
necesariamente no sea así.
Uno de los casos más escandaloso fue cuando la
congresista Martha
Hildebrandt quien se refirió sobre la congresista Maria Sumire como indígena e
inculta. La discusión empezó en pleno congreso cuando las congresistas
nacionalistas criticaron a la parlamentaria Hildebrandt por no respaldar el
proyecto de ley para la preservación de las lenguas aborígenes.
No solo eso, está el
caso de algunas discotecas como Café del Mar que no dejaba ingresar a sus instalaciones a las personas por ser ‘negras’ o ‘mestizas’ y
dejaban entrar solo a las personas que ‘tenían pase’, cosa que era otra excusa
más.
También durante el
verano algunas playas no dejaban entrar a algunas personas de zonas como san
juan de Lurigancho y zonas no muy bonitas en su opinión, separando las playas a
través de un camión y poniendo agentes de seguridad entre la división.
Algo como pobres
versus los ricos.
Estos son algunos
casos de racismo innegables.
Todos somos una sola
raza, todos somos cholos.
Pero si las razas no
existen ¿qué sentido tiene hablar del racismo?
Todos somos iguales
porque somos biológicamente o genéticamente o racialmente mezclados, sino no
somos iguales.
Desde niños nos meten
la idea de las mezclas: Español e Indio es mestizo, mestizo y español es
castizo, español y negro es mulato, y asi sucesivamente.
No solamente son
razas también nos dicen quién es más superior, ¿los blancos o los negros?
Ninguno.
Pero el verdadero
color de los peruanos no existe, hay chino blancos negritos, simplemente no hay
color.
Es importante
reflexionar sobre lo siguiente: ¿no sería nuestra sociedad diferente, si los
peruanos estemos en un lugar donde podamos convivir pacíficamente sobre la base
del respeto mutuo y consideración entre nosotros? Estamos lejos de ser una
sociedad así. Vivir en una sociedad donde todos nos respetemos, si se puede
lograr y se lograra luchando contra las desigualdades sociales económicas y étnicas
que hay.
Para eso, nuestro
país necesita urgente trabajar a nivel de políticas de Gobierno en la obtención
de una identidad nacional, donde nos reconozcamos los peruanos que provenimos
de un origen común, y que las diferencias sean más bien reconocidas como
aspectos que suman para construir una identidad sólida Solo así podemos construir un Perú más igualitario más
democrático o más solidario entre nosotros, y así podamos contribuir a desaparecer
esa discriminación racial que todavía prevalece.
¿Somos o no somos racistas
los peruanos?, tal vez cada uno de nosotros ya tiene una respuesta.
Y es tiempo de hacernos
otras preguntas: ¿Queremos o no queremos vivir
en un país con tanta desigualdad y discriminación? y más importante todavía,
¿vamos o no vamos a hacer algo para cambiar esta situación?.
Estas interrogantes son
importantes formularlas. Su respuesta honesta nos permitirá trabajar en
construir un país mejor para las próximas generaciones.
Este texto me recuerda muchos viajes que realizo en mis tiempo libres, en los cuales, varias veces observo mucha discriminación; para reflexionar. Felicitaciones
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